domingo, 9 de diciembre de 2012

Se equivocó La Larva...

La Larva está ampliando su vocabulario, lo que me da siempre ocasión de comprobar lo complicado y confuso que es el mundo.


lunes, 3 de diciembre de 2012

Ca-Ca



Desde hace un par de días se repite este comportamiento en casa. Y me sorprendía, porque ni Barbú ni yo somos de los que le dicen “eso no se come, caca” “no toques eso, que es caca” a La Larva. Más bien se lo explicamos todo con pelos y señales, a pesar de su corta edad.
Y en el baño, o cuando se lo hace todo encima, el pobre, no dice ni mú... misterio...
Pero hoy, analizándolo cuidadosamente me he dado cuenta de que dice “gra-cias”, o eso me gustaría pensar... en fin, esta Larva es una caja de sorpresas.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Superhéroes


El Barbú y yo con nuestras nuevas identidades

O más bien, superhéroe e identidad secreta. Eso somos el Barbú y yo desde que estamos en plena posesión de nuestra Larva. 

Yo soy Clark Kent y él es Superman. 

Dos caras del mismo par de progenitores. 

Yo salgo de día, hago cosas abuelenses y él sale de noche y hace cosas menos viejunas.
Nunca estamos juntos en un evento social (sin La Larva, se entiende, que con La Larva, en realidad ninguno de los dos está mentalmente presente, sino que estamos como ausentes, intentando impedirle llevar a cabo sus ideas autodestructivas o destructivas sin más).

De los dos, contemporáneamente sólo uno va al cine, sólo uno queda con las amigas/os, sólo uno toma una cerveza, sólo uno hace deporte, etcétera. 

No pudiendo abusar de abuelos, pues no los tenemos cerca, es lo que nos toca. Tampoco lo llevamos tan mal, aunque sólo consigamos hablar el uno con el otro de pasadita, en la cabina telefónica donde intercambiamos identidades.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Acrobacias

Recuerdo cuando era pequeña en los ochenta, aquellos programas de divulgación científica americanos en los que personas normales hacían cosas extraordinarias. Aquellos en los que empezábamos a oír a la persona contar su experiencia en inglés, por ejemplo, a una señora con su voz nasal: "One day, I was like guachu guachu guachu...", y a su voz se iba superponiendo la dobladora: "Estaba yo un día en la ciudad con mi hija, cuando se me escapó corriendo y se paró en medio de la calle. Ví con pánico que venía un camión gigante y estaba a punto de hacerla puré cuando, veloz como el rayo, me planté delante del camión, lo paré con una mano y lo lancé al río Hudson, mientras con la otra mano le metía la camiseta por dentro del pantalón a mi niña."
Y yo pensaba, anda vete, cacahuete. Ojalá eso de ver en peligro a la prole le diese a una un chute de adrenalina tal, que te aflorasen superpoderes y todo tuviese final feliz, pero la vida no es así.
Eso pensaba yo hasta esta mañana.

Otro documental me metió en la cabeza la idea de que las larvas en general, sobre todo las humanas, cuando empiezan a gatear y a moverse comienzan a manejarse en el mundo tridimensional y a entender los peligros que conllevan los lugares altos y todo eso. ¡JA! les digo yo. Fiaté y no corras.

Una vez situados en mi contexto mental de esta mañana, y una vez también que nos hemos dado cuenta de que veo demasiados documentales, os voy a contar finalmente lo que ha pasado.
Pues siguiendo nuestro ritual matutino, la Larva estaba muy sentada en el orinal que estába muy situado en lo alto del cambiador en el baño. Si hace unos meses no quería quedarse allí sentado, ahora no quiere levantarse. Yo le pregunto todo el rato -¿ya?. Y él me dice que no con la cabeza. Así durante bastantes minutos, sin que exista necesariamente una correlación entre el tiempo discurrido y lo que me encuentro en el orinal después.

El caso es que ahí estaba la Larva sentada sentadísima en su trono con aire impertérrito. Y yo dejo de observarlo un milisegundo y lo siguiente que sé es que tengo a La Larva boca abajo agarrada por la zona inguinal (veasé también, sus pelotas), más o menos a la altura de mi muslo y que con la otra mano estoy intentando atrapar un orinal repleto que da vueltas en el aire a camara lenta en plan satélite en el espacio, esparciendo heces por doquier.

¿Qué ha pasado? no lo sé. Debo de haberlo visto lanzarse al vacío con el rabillo del ojo... pero no lo recuerdo. Lo bueno es que lo he atrapado en el aire a velocidad supersónica y con una mano, ¡y pesa 11 kilos! Lo malo es que nos hemos tenido que cambiar los dos de ropa y echar las toallas y la alfombra de baño a la lavadora...

Es curioso como ahora confío más en el primer documental y mucho menos en el segundo...

Larva nihilista y supermadre en su número de la mañana...

domingo, 28 de octubre de 2012

Color en la naturaleza: ¡En marcha!

¡Ya he empezado a trabajar en mi charla sobre el color en la naturaleza!
Hace tanto tiempo que no publico nada que me hacía ilu compartir el dibujo que acabo de terminar para la introducción.
¡Qué tema tan bonito!

lunes, 1 de octubre de 2012

Fragmentos de mi vida con La Larva IV: el jarabe

Gustave Courbet - Wrestlers
By Dudva (Own work) [CC-BY-SA-3.0], via Wikimedia Commons

-"Pues denle este jarabe dos veces al día".

Nos dijo el médico cuando le llevamos a La Larva, con una tos que ríete tú de las toses con merendola que hayas oído por ahí hasta ahora.
El elixir en cuestión, no sólo tiene clembuterol, lo que me hizo pensar en sembrar en la larva la semilla del amor al ciclismo, sino que sabe mal, pero mal de solemnidad.
La Larva tiene un quinto de mi peso, casi casi la mitad de mi altura y yo me atrevería a decir que toda mi fuerza.
Todo esto convierte la hora de darle el jarabe en un bello momento de armonía familiar del que emerjo con el pelo lleno de jarabe, teniendo todos que cambiarnos de ropa, y con una ínfima cantidad de fármaco en el cuerpo de La Larva.

Bellos días estamos pasando.

martes, 11 de septiembre de 2012

Fragmentos de mi vida con La Larva III: El parque

La Larva repta. Comienza a incorporarse, mostrando signos de ir a metamorfosear en Ninfa, por eso pasamos mucho tiempo en el parque últimamente.
Me ha llevado un poco de tiempo comprender los horarios del parque por estas latitudes.

Antes de las 9:30 o después de las 12:00 no hay nadie. El parque es un paraíso desierto y tranquilo, sólo apto para los elegidos que consiguen salir a tiempo de casa o han superado la fase de la siesta de la mañana y pueden jugar hasta la hora de comer sin problemas (pocos, muy pocos).

Entre las 10 y las 12:00 es la juerga padre, con hordas de criaturas que corretean persiguiéndose jugando a que son camiones de bomberos, empujones solapados en la cola del tobogán y guerras en el cajón de arena por los cubos, las palas escavadoras y los rastrillos. Se hacen y se destruyen castillos sin descanso. Las madres intentan poner algo de orden mientras hablan por los móviles y los pocos padres que hay, intentan lo propio mientras leen el periódico. Pausa para comer y siesta y hacia las 15:00 todos al parque otra vez. Colas en los columpios. Algún balonazo que otro. En el cajón de arena se construyen volcanes. Vuela la arena. Diversión en estado puro.

Y a partir de las 18:00, nada. La desolación. Ni rastro de criaturas autóctonas. Algunas especies foráneas, más resilientes a la oscuridad y a horarios tardíos, aún se resisten a marcharse. Pero poco a poco la hora del baño se cierne sobre la vida en el parque. Y tras esta, la hora de acostarse. Y más vale respetar todo esto, de lo contrario comandos paramaternales (que decía Mafalda) apostados en los tranvías y en las esquinas, pueden amonestarte verbalmente o con miradas de reprobación.

The Garden of Earthly Delights by Bosch High Resolution Hieronymus Bosch (circa 1450(1450)–1516) [Public domain], via Wikimedia Commons